Emboscarse.


Solo queda echarse al monte.

Apostaría a que no soy el único que piensa, o fantasea con esto, el panorama actual no deja muchas más opciones.

Pero no nos pongamos cenizos, hay que seguir trabajando, los boilies no se pagan solos.

Como os contaba en la última entrada, decidí cambiar e investigar río abajo: encontré un puesto de difícil acceso, una curva natural en la que la corriente había formado una poza de más de dos metros que tenía pinta de servir de refugio y comedero para carpas y barbos.

La semana pasada cebé con unos 5 kg de boilies, nada de semilla, os explico mi razonamiento: es una zona en la que dudo que los peces hayan visto una bola ni por equivocación. Cebando en estas cantidades y de manera continua, lo que espero conseguir es una asimilación mucho más rápida y, coincidiendo con el cambio de estación, una fuente de alimento más completa que las chufas y el maíz, intentando que cualquier pez que vea esa bola la asuma como buena.

Qué pasa con los cangrejos y los galápagos? os preguntaréis. Si mis cálculos no fallan (de esto ya nos enteraremos), todavía no están activos (o al menos su presencia no es significativa), lo que me permite un margen de cebado hasta que la primavera se muestre en todo su esplendor.

Dicho esto, hoy he ido a pescar la zona sin resultado ninguno. Desilusionado? La verdad es que no.

Tampoco os voy a engañar, estamos acostumbrados a un mundo de respuestas inmediatas y a ver +20 día sí, día también en Instagram, por lo cual asumimos que, si nuestras salidas no siempre son fructíferas, somos malos pescadores o es debido a que no hemos comprado el último boilie de sabor torrezno-nocilla que usa la crew más molona del panorama nacional.

Una mierda, nada más lejos de la realidad: en todas, o casi todas las ocasiones que estamos pescando, las condiciones no son iguales, no conocemos los fondos al detalle (por mucho que se sondeé), no disponemos de un presupuesto ilimitado para cebar con 20 kg de boilies de calidad a la semana y ,lo que es más importante, no controlamos los patrones (alimenticios en su mayoría) de los peces. Si partimos de esta base, tendremos una visión más humilde y enriquecedora de la pesca, aprenderemos mucho más, nos acoplaremos a cualquier situación, obtendremos mejores resultados y disfrutaremos más del entorno y de la actividad en sí.

Que las capturas no estén garantizadas y poder disfrutar, más o menos, igual es lo que nos aleja del temido furtivismo y del escaparate mediático en el que se traicionan cualquier tipo de ética y respeto medioambiental.

Es el momento perfecto para emboscarse, abrir los ojos y preocuparse de lo inmediato, volver a lo primario. Aquí, como en el Punk, no hay futuro.

Buena pesca y feliz semana.


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